Varios hechos marcan la historia de la población de Bétera:
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Su iniciación, como poblado ibérico, en el siglo V a. de C. situado en el Tos Pelat, en la línea que separa Bétera y Moncada. Éste poblado guerrero, al parecer, tenía relaciones con Edeta (la actual Lliria) a través de una vía de comunicación que atravesaba la población.
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La larga romanización de estos iberos sobre el año 76 a. de C., que conformó una nueva población mezcla de elementos itálicos puros (los colonos romanos) con elementos romanizados (descendientes de los iberos). De hecho el topónimo Bétera parece provenir de los militares veteranus romanos asentados por aquella época en la población, de carácter agrícola y cazador.
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En el siglo V, Bétera, con toda la comarca cae bajo el poder de los visigodos, aunque su influencia sobre la población es mínima.
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En el siglo VIII, la población es conquistada por los árabes, convirtiéndose en una aljama compuesta por una alquería con un sistema defensivo a base de torres, entre ellas parte del actual castillo, independientes de la alquería y torre de Bofilla.
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El año 1238 Jaime I entra en Bétera, que, junto con Bofilla, le presenta su rendición, por lo que conservan sus costumbres y religión. Las alquerías de Bétera y Bofilla son entregadas al Comanador d’Alcanyís i Mestre del Orde de Calatrava. La repoblación cristiana es lenta y convive con la musulmana.
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En la Guerra de la Unión, Bétera tomó partido por los unionistas frente al rey. En la población se libró una importante batalla en la que vencieron los unionistas.
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En 1347, el Maestre de Calatrava expulsa a los musulmanes de Bétera y Bofilla. El siglo XIV la población padece los efectos de una gran crisis económica. A esto se une la crisis política provocada por la pretensión de la Orden de Calatrava de usurpar al reino las jurisdicciones civil y militar.
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En 1364, y a causa de sus luchas políticas con Pedro I el Cruel, el rey Pere IV el Cerimoniós ordena destruir el castillo de Bétera, que no se reconstruirá hasta su muerte.
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En 1386 la Orden de Calatrava hace donación de la villa de Bétera a la familia Boïl para once años, aunque en 1426 quedarán como únicos señores de la villa, sin perder nunca ésta la influencia de la Orden. En 1392 Pere de Boïl y Castellar comienza la reconstrucción del castillo (que finalizará a principios del siglo XV), dándole carácter de palacio fortificado.
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Entre 1395 y 1401 Bétera sufrió una gran sequía que amenazó con la desaparición de la población. Ramón Boïl i Montagut, señor de Bétera en aquellos momentos, y virrey de Nápoles, reaccionó mejorando el regadío, lo que salvo e hizo aumentar la población.
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El siglo XV, época de esplendor para Valencia, también lo es para la villa de Bétera.
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El siglo XVI comienza con las guerras de Germanies. En 1521 sucede un ataque agermanat contra Bétera, Náquera y Serra, debido al carácter anti-mudéjar de estas milicias. La población de Bétera era, mayoritariamente, partidaria del bloque feudal anti-agermanat. Parece ser que la guerra de la Germania tuvo lugar entre Bétera y Moncada.
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En 1549 el castillo había perdido ya todo su carácter defensivo, para convertirse en residencia de verano de los Barones.
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Entre 1557 y 1560 Bétera padeció una fuerte epidemia de peste, lo cual originó la construcción de dos portales de entrada a la población.
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En 1609, y en parte a consecuencia de las guerras de germanías que dejan ver la posible peligrosidad de la población mudéjar, la inquietud de estos, así como la voluntad del rey de adherirse a la homogeneidad de la religión católica europea, hacen que se dicte la expulsión de los moriscos.
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A consecuencia de esta expulsión, Bétera queda casi despoblada, pasando de 1.050 a 350 habitantes en dos días, lo cual hace que la población caiga en un caos económico del que se aprovecharon los señores feudales, imponiendo condiciones muy duras a los nuevos colonos que llegaron a la población, a través e la carta puebla de 1610.
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En el siglo XVII, alrededor de 1630, llegan a Bétera los Rocafull, condes de Albatera, pasando a ellos el señorío de los Boïl sobre Bétera, por causas familiares y matrimoniales. Posteriormente la casa de los Rocafull pasó a la de los Rocabertí. A finales de siglo, y hasta principios del siglo XIX, algunas de las dependencias del castillo son destinadas a calabozos de la población.
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A consecuencia, entre otros motivos, de la Carta Puebla, surge la guerra de Sucesión en 1707, de carácter internacional, con el enfrentamiento en Valencia entre maulets y botiflers. Bétera se puso de parte de los maulets, partidarios del archiduque Carlos en la sucesión del trono, y, a causa de esto, recibió un ataque por parte del Conde de Torres-Torres, dirigente del ejército de Felipe V.
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Es en el siglo XVIII cuando Bétera consigue remontar y llega a sobrepasar la población que tenía antes de la expulsión de los moriscos, gracias al desarrollo de la agricultura y al aumento de la inmigración. Este desarrollo económico tiene como consecuencia un aumento de la actividad constructora, realizándose entonces la reforma de la iglesia, y el comienzo de la reforma de la ermita. Paralelamente, el antiguo cementerio comenzó a trasladarse a su emplazamiento actual. La larga duración de estas obras, que finalizan en el siglo siguiente, se debió al episodio bélico de la Guerra del Francés, que, iniciada en 1808, afectó directamente a Bétera en 1811, donde tuvo lugar un encuentro entre las tropas francesas y las españolas.
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El año 1728, al morir Guillem Manuel de Rocafull de Boïl de Rocabertí y Anglesola, conde de Peralada y de Albatera y Señor de Bétera, surge un pleito por la posesión de sus bienes, entre el Marqués de Dos Aguas y el Conde de Montealegre. En 1737 se le concede al Marqués de Dos Aguas, En Giner Rabassa de Perellós, la posesión de todos los bienes del Conde de Albatera, entre ellos el Señorío de Bétera.
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Después de la expansión demográfica del siglo XVIII y de los inicios del XIX, la población de Bétera no continuó creciendo al mismo ritmo. Incluso decreció en algunos momentos. Esta época fue bastante agitada, tanto política como social y económicamente.
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A comienzos del siglo XIX, en 1813, de acuerdo con la Orden Real de 1811 que suprimía los derechos señoriales, el ayuntamiento de Bétera asaltó el castillo en nombre del rey, apropiándose de las habitaciones del señor, de la bodega, del molino de aceite, las prensas y otras instalaciones. En 1814, una sentencia judicial instó al alcalde a restituir al señor, Genaro Rabassa de Perellos i Lanuza, todas estas pertenencias y a pagar una multa.
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El día 5 de abril de 1825 nació en el castillo Vicent Dasí Lluesma, hijo del pueblo al servicio del marqués de Dos Aguas y gran benefactor de Bétera, el cual, en el año 1853, recibió los bienes del citado marquesado, con el título de XIX barón de Bétera, al morir sin descendencia natural el anterior barón, Genaro Rabassa de Perellós i Palafox. Es también en el siglo XIX cuando Alfonso XII otorga al primogénito de los marqueses de Dos Aguas el título de Vizconde de Bétera. Éste, al morir antes que su padre, no obtuvo el título de Marqués de Dos Aguas, que pasó sucesivamente a sus tres hijas. En 1837 entró en nuestra villa el militar carlista Ramón Cabrera, el ?Tigre del Maestrat?. En este siglo, Bétera, al igual que el resto de Valencia, vive una época no demasiado boyante. La industrialización es escasa. En 1846 existían únicamente cuatro tejedores de lienzo común. El comercio consistía simplemente en la explotación de algunos productos, como el mencionado lienzo, y el trenzado de esparto. Había ocho corrales de ganado y treinta eras de trigo. En cuanto a servicios sociales, en el mencionado año existía una casa ayuntamiento, una prisión, un almodí (casa pública para la compra-venta y depósito de mercancías) y una escuela de niños con 60 alumnos, y otra de niñas con 80 alumnas.
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El panorama agrícola cambió sustancialmente en esta época, modificándose los cultivos. La morera, muy abundante hasta entonces, casi desaparece, en gran parte debido a una enfermedad, la pebrina. Se introducen con gran fuerza, a cambio, la viña y el naranjo. En cuanto a la viña tuvo una época de gran expansión entre 1880 y 1890 desarrollándose una gran exportación de ésta, favorecida por la filoxera que padecieron en esos momentos las viñas francesas. Y, alrededor del naranjo, afluyó el capital que se reinvirtió en la agricultura. Aparecen también por esta época los fertilizantes, el aumento de las tierras de regadío y los inicios de la exportación. Bétera comenzó entonces a configurarse como un pueblo dinámico, a pesar de las variaciones demográficas
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En 1891 llega el tren a vapor, el ferrocarril de vía estrecha que nos comunica con El Grao, lo cual favoreció la exportación de los productos agrícolas, a la vez que nos acercó a la comarca de l?Horta y a la ciudad de Valencia, favoreciendo a partir de entonces las relaciones con la capital de la provincia en detrimento de la capital de la comarca, Lliria.
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Políticamente, como hemos dicho, fue también una época difícil y, así, cerca del estallido revolucionario de 1873 entraron en Bétera las tropas carlistas en 1874. También tuvieron repercusión las revueltas campesinas de 1878-79 y algunas muestras de bandolerismo.
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Las transformaciones sociales de la época, que tuvieron su máxima importancia con las desamortizaciones, llegaron tardíamente a Bétera cuando, en 1878, Vicente Dasí Lluesma, marqués de Dos Aguas y señor de la población, por un matrimonio con los Boïl, cedió a los vecinos del pueblo el señorío territorial con los títulos de dominio, ejecutoria y posesión, sobre el pueblo y término de la Vila de Bétera, excluyendo la Masia de Mas d?en Conill. Fueron 73 los labradores que recibieron el señorío territorial, y ese mismo año constituyeron la entidad jurídica titular de estos bienes, ?la Junta del Señorio i Montes del término de Bétera?. En 1888, el marqués cedió gratuitamente el castillo de Bétera a la mencionada Junta del Señorío, para convertirla en el ?Asilo de Nuestra Señora del Carmen?, con la condición de desarrollar allí una escuela de párvulos gratuita para los dos sexos, y de que también podría utilizarse como hospital en caso de epidemia o necesidad. La enseñanza, educación y cuidado de los párvulos, así como la asistencia a los enfermos, estaría a cargo de monjas de la Caridad. El mantenimiento del asilo, la conservación y el salario de las monjas dependería de la Junta de Monts i Senyoriu Territorial de Bétera, de sus propios ingresos generados por las tierras.
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El dinamismo de la población, con una economía ascendente, y un aumento constante de habitantes, hicieron que se llevaran a cabo algunas construcciones importantes que, con la llegada del tren, eran símbolos de prosperidad, pues coincidió también con el boom de la viña y Bétera tenía fama de buenos vinos. En 1882 se inaugura el matadero público y acaban las obras de la ermita, que fue pintada y dorada en 1884. El panteón es finalizado en 1892. En 1897 se coloca el reloj del castillo.
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Los acontecimientos mundiales que marcan los comienzos del siglo XX, como la Primera Guerra Mundial, y el surgimiento de importantes fenómenos socio-políticos, como la I República, la Dictadura del General Primo de Rivera, y la II República, que afectaron a la Comunidad Valenciana con una profunda crisis económica, también tuvieron su influencia en Bétera. Políticamente, la organización con mayor implantación en nuestra población era la CNT, que tenía la sede en el edificio de “La Penya”.
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En 1922 se inauguran las Escuelas para niños y niñas de la Alameda.
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Los problemas de la II República, iniciados en el año 1933 con motivo de las reformas vitales que realizó ésta para las clases populares y la política de aquella contra la CNT, así como los conflictos internos del propio sindicato, fueron la causa de un nuevo intento revolucionario de carácter anarquista en enero de 1933 en varios lugares de España. En Bétera, igual que en Riba-Roja, Pedralba y Bugarra, se proclamó el comunismo libertario. El día 10 de enero a las 4h., el ?trenet? de Valencia es tiroteado a su llegada a Bétera, y uno de los puentes de la Providencia es volado con explosivos. Paralelamente, se cortan las comunicaciones telefónicas y telegráficas. A continuación los insurrectos, que habían secuestrado al alcalde, queman el archivo y se disponen a saquear la casa de la Guardia Civil, hasta que la llegada de tropas de la Guardia Civil de Valencia rompen el asedio.
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El campamento militar inicia su construcción en el año 1935 en la partida “Les Mallaes”.
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Con la victoria del Frente Popular en 1936, y la amnistía que se otorgó, los insurrectos volvieron al pueblo, iniciando un movimiento cooperativista con experiencias de colectivización que llegaron a tener una gran importancia. Así en Bétera, al igual que en Pedralba, Bugarra, Villena y Burjassot, entre otras, existieron experiencias intervencionistas claramente revolucionarias.
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En plena guerra civil, cuando el gobierno se traslada a Valencia, Manuel Azaña se instala en La Pobleta, una finca situada en Bétera. El "batallón presidencial" también acampó en Bétera, en la finca situada enfrente de la estación del tren. El castillo se convirtió durante la guerra en refugio local, prisión y base de alerta antiaérea.
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Finalizada la guerra, el ambiente del pueblo de Bétera cambió. Eran los años de la posguerra, del racionamiento, del hambre y de las enfermedades; años en los que los dirigentes que formaban los sindicatos abandonan España y se exilian en el extranjero (México, Francia, Argentina). El banco, entonces, ejecuta la hipoteca del edificio de "La Penya" y se saca éste a pública subasta, quedando en manos de una familia de Godella. Cuando se estabiliza el gobierno franquista y se crea, a nivel nacional, la "Hermandad de Labradores y Ganaderos", la junta directiva de esta entidad en Bétera decide comprar el patrimonio de los labradores a la mencionada familia. La compra se hizo con dinero de los labradores y con la ayuda de la administración central. En estos años es también característica la omnipresencia de la Iglesia, en los que tuvieron mucha influencia el cura, Luís Verdú, y las monjas del castillo.
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En 1940, finalizado el campamento militar, es ocupado por el ejército. En esta década, hay un período de estancamiento por factores naturales como riadas, heladas y sequías que afectaron de manera grave a la agricultura de Bétera, de tal forma que ésta no se recuperó hasta los años 60, cuando se extendieron los huertos de naranjos y de regadíos. La industria contaba con las fábricas de cal y ladrillos, los inicios de la industria textil y una fábrica de chocolate. El sector servicios empezó a adquirir importancia con la proliferación de establecimientos comerciales.
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En 1949 y 1957 Bétera sufre catastróficas riadas.
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Es a partir de 1960 cuando Bétera empieza a transformarse y a adoptar las características que tiene en la actualidad.
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En la década de los 70 Bétera empieza a dinamizarse, creciendo la actividad con gran euforia económica: la naranja da buenos resultados y la construcción crece de forma desmesurada. Los establecimientos comerciales proliferan por todas partes. Los locales de diversión se transforman de bailes a discotecas, y después a ' pubs '. Se abren nuevos bancos, agrupándose en la zona de la calle de Les Alfàbegues. En 1978 se inaugura la Caixa Rural de la Cooperativa, quedándose así el dinero de los labradores en Bétera. Por otro lado, los jóvenes de la localidad muestran en estos años sus inquietudes mediante revistas y grupos sociales y culturales.
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En 1975, después de la muerte de Franco, los grupos políticos que ya estaban organizados en la clandestinidad afloran. En Bétera estaban la UCD, el PSOE y el PC, y para todos la autonomía era una de sus reivindicaciones básicas.
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Cuando llega a España la democracia se extinguió la "Hermandad de Labradores y Ganaderos" y, en su lugar apareció la Cambra Local Agrària, con la Unió de Llauradors i Ramaders que, en 1978, celebró las primeras elecciones democráticas para elegir a sus cargos directivos, con la victoria del A.V.A. Este mismo año se crea una asociación de vecinos que desaparecerá dos años más tarde.
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En 1989 comienza la restauración del castillo.
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En 1990 se inauguran las dos primeras plantas de la Casa Cultural i dels nostres majors, una dedicada a la música, donde reside la sede del Centro Artístico Musical de Bétera y otra al hogar de nuestros mayores.
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En el año 1991 se inaugura el Centro de Salud. En este año se extinguen también las Cámaras Agrarias, y tanto el patrimonio como los empleados y la gestión de éstas pasa a los Ayuntamientos. Es entonces cuando la UGT y la CNT reivindican su local, pasando así la sede del sindicato CNT a un local del edificio de “La Penya”.
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En 1992 se inaugura el auditorio, donde se realizan conciertos, obras teatrales, cine y otras representaciones.
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En 1997 se inaugura la Piscina Cubierta Municipal.
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En 1999 comienza su andadura la Agencia de Desarrollo Local del Ayuntamiento de Bétera.
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En 2002 se inaugura la nueva base de la OTAN en el Campamento militar de Bétera.
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En 2004 se inaugura el Colegio Público Camp de Turia.
Las características más destacadas del desarrollo urbanístico de Bétera serían las siguientes.
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A finales del siglo XIX y principios del XX, la burguesía de la ciudad de Valencia escogió Bétera para veranear, posiblemente influida por la inauguración de la línea de tren Valencia-Bétera. Esta circunstancia ocasionó que aquellas familias hicieran construir sus casas (casi siempre en la periferia del pueblo), chalets (generalmente cerca del pueblo) o masías (en diferentes puntos del término). Aquellas construcciones destacaban, en mayor o menor proporción, por sus detalles, características y comodidades, que todavía no habían llegado a las casas del pueblo. En la actualidad todavía se pueden contemplar algunos ejemplares de aquella época, unos en uso y otros bastante abandonados. Otros han convertido sus terrenos en urbanizaciones, como la Masía de Torre en Conill, donde además se construyó el Club de Golf Escorpión.
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En 1931 llega el agua potable a las viviendas de la población.
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En 1947 comenzó la construcción de "les casetes noves", en las eras de detrás de la ermita. Los terrenos los puso el ayuntamiento y el "Instituto Nacional de Colonización" desarrolló el proyecto de construcción de este barrio, llamado "Barrio del Cristo". Las casas, que eran preferentemente para los funcionarios, no tuvieron demasiado éxito, pues en aquellos tiempos la zona estaba fuera del pueblo.
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El año 1959, después de un largo proceso, "La Obra Sindical del hogar" realizó las casas del barrio de "La Pastora" para los damnificados de la riada de 1949. Estas casas se recibieron con gran éxito y esperanza, pues todos querían huir de la Alameda después de las dos inundaciones. Desde entonces, y debido a estos acontecimientos, la construcción se inclinó hacia la parte alta del pueblo. La zona de la Alameda quedó abandonada y en bastante mal estado, desapareciendo los lavaderos públicos y los grandes árboles que formaban aquel paraje. También dejan de utilizarse las escuelas de la Alameda. Este abandono duró hasta 1968.
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En 1968 se elige un nuevo alcalde, el cual, para ayudar al equipo de balonmano de la población, repara el campo de juego, que era la pista de baile de la Alameda durante las fiestas. A esta obra contribuyeron, con su esfuerzo físico, el alcalde, algunos miembros del ayuntamiento, el equipo de balonmano, y varios voluntarios. A partir de aquí se restauró toda la Alameda, llegando a colaborar prácticamente toda la población, convirtiéndose en una iniciativa popular.
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Es también alrededor de los años 60, al notarse un aumento de la inmigración que llega buscando puestos de trabajo, sobre todo en el sector agrario, cuando se construyen los primeros bloques de casas de protección oficial. Estas modestas viviendas estaban en aquel momento un poco separadas del núcleo urbano, pero en la actualidad se encuentran plenamente integradas dentro de éste.
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En 1984 se redacta el Primer Plan General de Ordenación Urbana.
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Actualmente, Bétera continúa siendo receptora de muchas familias, sobre todo de la ciudad de Valencia, que van a vivir a las urbanizaciones, en zonas con casas unifamiliares, adosadas, con un pequeño jardín, edificadas alrededor del pueblo, y de las cuales existen muchas en Bétera, y se continúan edificando. La mayoría de estas familias las han adquirido para vivir continuamente en ellas, buscando un lugar tranquilo con buenos medios de comunicación.
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En Bétera, y característica de su terreno, ha existido también un tipo de vivienda desde hace siglos, y que estuvo habitada hasta 1990, las cuevas. Las primeras que desaparecieron, a principios de siglo, se encontraban en la calle Comandante Franco y, poco a poco, se fueron transformando en casas, dejando la cueva al corral para guardar la cosecha o el vino, que se mantenían allí a la temperatura adecuada. Hasta el año 1964 existió una gran cueva llamada "el clot redó" desde la que se accedía a otras que concurrían en ella. Fueron enterradas para construir el Colegio Público de Bétera, la actual Escoleta Josefa Guardiola.
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Actualmente, a través de la Escuela Taller Les Coves promovida por la Agencia de Desarrollo Local, se están restaurando y habilitando las que quedan para uso público del municipio.
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Otra construcción típica de la zona de secano del término de Bétera son los Catxerulos, vivienda rústica de forma generalmente circular (hay alguno cuadrado) que se utilizaba para albergar a los labradores o los pastores. Estaba construido con piedra seca con falsa cúpula y un agujero en medio para la salida de humos que se podía tapar con una piedra plana.
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En cuanto a la población residente, Bétera es un pueblo en expansión demográfica, y en la actualidad tiene 20.000 habitantes.
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De unos orígenes y un pasado completamente rurales ha evolucionado, como hemos visto, revistiéndose de un aspecto urbano que va adquiriendo, poco a poco, mayor presencia en la vida de la población que, en la actualidad está dedicada en un 15% al sector agrario.
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El crecimiento vegetativo es ascendente en un 0,79%, por lo que el índice de natalidad es superior al de mortalidad.
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El crecimiento real es mayor, debido a la inmigración que ha venido a ocupar puestos de trabajo en la población en el sector agrícola sobre todo en los años en los que, en una gran parte del término se hicieron numerosas transformaciones de terreno de secano a regadío, destinadas al cultivo de la naranja. Actualmente también hay bastantes puestos de trabajo ocupados por inmigrantes en el sector del trabajo doméstico o asistencia a niños y ancianos, sobre todo del sector femenino de esta parte de la población.
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De todas formas, en estos momentos, la inmigración más notoria de cara al aumento del censo de la población es debida al traslado de muchas familias provinentes, la mayoría de Valencia, que viven ahora en alguna de las abundantes urbanizaciones existentes en los alrededores de la población, así como extranjeros llegados, sobre todo, de países sudamericanos y de Europa del Este.
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El municipio de Bétera, que dista de la capital, Valencia, alrededor de 15 kilómetros, está situado en las estribaciones de la Sierra Calderona, como ya hemos mencionado. Se integra en la comarca Camp de Túria, siendo el primer municipio que nos encontramos de la misma al salir de Valencia.
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Independientemente de la actividad agrícola del municipio, la proximidad de éste al área metropolitana de Valencia y sus expectativas futuras, al cruzar su término vías de comunicación importantes en la provincia como el by-pass, empezó a suponer que industrias de cierta importancia buscasen asentamientos en su privilegiado suelo. Las industrias asentadas en 1989 en el municipio de Bétera ocupaban a unos 500 trabajadores, y en algunas de ellas se reflejaba el espíritu artístico tan arraigado en el pueblo valenciano, siendo destacable la industria de cerámica Portaceli y Porcelanas Inglés, que con sus exportaciones llevaron a lo largo y ancho del mundo el nombre de Bétera. Actualmente, con el incipiente desarrollo de los nuevos polígonos industriales, así como el notable aumento de la población, se está produciendo un aumento, tanto en el tejido industrial como en el aumento de comercios y servicios en la población.
Fuente: Ayuntamiento de Bétera